Menciones y Premios 2010/2011
Concurso revista digital El Cultural de El Mundo. Cuenta 140.
Semana "La estufa"
Semana "La peluquería"
Semana "El Humo"
Lágrimas.
Prendió un cigarro y le dijo que ya no lo amaba. El vio sus lágrimas y pensó que mentía pero era el humo en sus ojos lo que la hacía llorar.
Semana "La estufa"
Ropa mojada.
Pondré la ropa a secar cerca de la estufa en cuanto consiga desatar este nudo que me aferra al pedrusco.
Semana "La peluquería"
Sacándose partido.
Recórtame el flequillo, que luzca bien lo más bonito de mi rostro, dijo el cíclope.
Semana "El Humo"
Lágrimas.
Prendió un cigarro y le dijo que ya no lo amaba. El vio sus lágrimas y pensó que mentía pero era el humo en sus ojos lo que la hacía llorar.
Rebajas
Este año, para ayudar a las familias, el gobierno decretó que las rebajas iban a ser las más grandes de la historia.
Semana “La Lotería” Con el seudónimo “Cachoperro”
Colada.(*)
La mujer hacendosa nunca vaciaba los bolsillos antes de lavar los pantalones. Los ojos del marido se mojaron como el décimo premiado.
Situación controlada. Ella histérica y él intentando tranquilizarla: “Serénate, mi vida, todo va sobre ruedas”. Entretanto, el precipicio cada vez más cerca.
Experiencia laboral.
¿Referencias? Preguntó el encargado del matadero al verdugo en paro.
¿Referencias? Preguntó el encargado del matadero al verdugo en paro.
A pares.
Diariamente recibía dos cartas de amor. Una de las cuales, la escribía ella misma, en previsión de que su anónimo enamorado muriera.
Envidia
Todo el público abucheaba al primer bailarín, mientras, el segundo saludaba sonriente, agarrando con fuerza el sobre de laxante.
Minificciones.com.ar
¿ Niños?
En mitad de la noche, el niño que duerme afuera sobre una silla, despierta al oír unos crujidos. Sigilosamente, se pone en guardia y da la vuelta a la casa comunitaria, para llegar al lugar de donde provienen los ruidos. Allí en la penumbra, se encuentran cara a cara. Nunca ha visto a nadie tan gordo, una barba y un cabello tan blancos y un traje tan rojo. El hombre le sonríe, potenciando sus sonrosados mofletes y el niño también sonríe. Seguidamente le apunta con su metralleta para, al instante, acribillarlo a balazos. Cae muerto, y con el estruendo se despiertan y no tardan en salir el resto de niños y algún mayor. Ríen todos. En el Congo, esta navidad, habrá juguetes para los niños soldado.
Los amigos de La Internacional Microcuentista, han editado este atractivo librito recopilatorio de relatos navideños. En él, está el que les envíe, cosa que me ha hecho mucha ilusión y que les agradezco mucho.
Despecho real.
“Los hombres siempre trabajando”, bufó la mujer, tras oír los motivos que le expusieron, uno tras otro, Melchor, Gaspar y Baltasar. “Si lo llego a saber, no me compro este picardías”.
Proyecto con Clara Varela Escríbeme una ilustración.
Algo de que hablar
Apareció sin que nadie la hubiera visto antes por el pueblo y desde entonces todos la miraban extrañados. Paseaba como si nada por todas partes con aquel gran pájaro encima de la cabeza. Por los parques y las calles, sin turbarse por esos ojos que sin pestañear se clavaban en ella, ni por esas bocas que parloteaban. La gente no la aceptó, incluso en cierta ocasión un grupo de adolescentes apedreó al ave y esta salió revoloteando a media altura. La niña, sin perder la sonrisa que siempre decoraba su cara, siguió con la vista el vuelo de su amiga y sin cesar de caminar, hizo gestos con su brazo en alto que la gaviota interpretó, bajando y posándose de nuevo sobre su pelirroja melena. Las constantes habladurías pasaban de boca a oreja, e hicieron olvidar a aquel otro personaje que años atrás decidió subir al monte a vivir de forma ermitaña. Aquel, bajaba de tiempo en tiempo al pueblo para cambiar sus artesanías por herramientas y enseres. Fue uno de esos días cuando se topó con un corrillo de parroquianos, estaban cuchicheando sobre una niña de raros comportamientos. Miró entonces hacia la acera de enfrente, allí estaba en un banco de madera. La mirada del hombre se encontró con la de ella y al percibir la felicidad que transmitía su rosado rostro, le hizo sonreír. Quedó paralizado un ratito, hurgándose entre las blancas barbas y miró a las personas que lo observaban con silencio expectante.
Algo perdido en su memoria afloró: El motivo por el que un día abandonó todo lo que lo unía a este pueblo decidiendo vivir solo en el monte.