No era el mar pero se le parecía. Al igual que este, su carácter cambiaba sin previo aviso. A veces te podías bañar en él y disfrutar de su serenidad, hacer el muerto flotando tranquilamente mientras el sol te bronceaba. Otras en cambio, las tempestades, corrientes y gigantescas olas lo hacían peligroso e imprevisible. Con el tiempo me hice experta navegante, con mi velero surcaba sus aguas sin grandes sorpresas. Con placer los días de calma y con zozobra los de tormenta.
Pero me agoté. Saqué mi nave a tierra y me alejé de su costa. Ahora, cuando a veces vuelvo, lo encuentro cada vez más seco.
Torcuato González Toval
13 comentarios:
Torcuato:
el mar, como la vida, es agotador. Hay que tomarse un respiro de vez en cuando para poder seguir luchando contra los elementos.
Salu2 marinos.
Con las personas cambiantes e impredecibles llega un momento que el cansancio puede más y es mejor alejarse.
Muy buena metáfora con el mar.
Muchos saludos, Torcuato.
Todo ente en la tierra es cambiante.
Torcuato estaba mucho tiempo sin saber de ti, me he llevado una gran alegría al verte en el blog de Ester.
Un gran abrazo, amigo.
El mar me gusta tanto que me gusta hasta como metáfora. Abrazucos
No lo desdeñes, lo echarás de menos. Mientras se escucha ahí fuera hace compañía.
Muy buena decisión alejarse de lo bipolar sobre todo si son personas, al mar se le ve venir a las personas no, lo disimulan más. Me ha gustado mucho pasar por tu blog y el símil del mar me ha parecido precioso. Un saludo.
Es bueno pisar tierra firme...
Saludos hasta allá.
Mucho cuidado con los monopolares...
Gracias a todos por vuestros comentarios.
Carmen, qué alegría volver a saber de ti.
Besos y abrazos
Me ha gustado, tiene un lenguaje muy poético.
Me gusta el mar y mas cuando esta tranquilo
Entre besugos y merluzas no hay suficiente mar.
Saludos.
Gracias, Miguel Ángel
Un abrazo
Recomenzar, el bravo también es bello, pero hay que verlo desde lejos y bien resguardado.
Besos
Pues habrá que comérselos en un buen asado.
Un abrazo, Toro
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